- Home »
- Arte , Julio Cortázar , Marcelo J. Silvera , Rayuela »
- Capítulo 56
Windows 8 UI > Desgined By. Renadel Dapize
Marcelo J. Silvera
On martes, 16 de julio de 2013
-Las mujeres son la muerte -dijo
Oliveira-. Ahí donde la ves, lo más modosita al lado de la rayuela…
Mejor no les abrás, Manú, estamos tan bien así.
–
Entre tanto se podía estar en la ventana
fumando, estudiando la disposición de las palanganas acuosas y los
hilos, y pensando en la unidad tan puesta a prueba por el conflicto del
territorio versus la pieza. A Oliveira le iba a doler siempre no poder
hacerse ni siquiera una noción de esa unidad que otras veces llamaban
centro, y que a falta de contorno más preciso se reducía a imágenes como
la de un grito negro, un kibbutz del deseo (tan lejano ya, ese kibbutz
de madrugada y vino tinto) y hasta una vida digna de ese nombre porque
(lo sintió mientras tiraba el cigarrillo sobre la casilla cinco) había
sido lo bastante infeliz como para poder imaginar la posibilidad de una
vida digna al término de diversas indignidades minuciosamente llevadas a
cabo. Nada de todo eso podía pensarse, pero en cambio se dejaba sentir
en términos de contracción de estómago, territorio, respiración profunda
o espasmódica, sudor en la palma de las manos, encendimiento de un
cigarrillo, tirón de las tripas, sed, gritos silenciosos que reventaban
como masas negras en la garganta (siempre había alguna masa negra en ese
juego), ganas de dormir, miedo de dormir, ansiedad, la imagen de una
paloma que había sido blanca, trapos de colores en el fondo de lo que
podía haber sido un pasaje, Sirio en lo alto de una carpa, y basta, che,
basta por favor; pero era bueno haberse sentido profundamente ahí
durante un tiempo inconmensurable, sin pensar nada, solamente siendo eso
que estaba ahí con una tenaza prendida en el estómago.
Con la tecnología de Blogger.